7.8.06

LOS ESCRITORES EN DESUSO

Ermanno Cavazzoni, escritor italiano (1947). De su libro: Los Escritores Inútiles, Emecé, traducción de Guillermo Piro
Las editoriales mantienen escritores en desuso a quienes les encargan la lectura de las novelas dactilografiadas que reciben para que emitan juicio. Estos escritores en desuso son mantenidos en secreto para que no puedan ser corrompidos con regalos, dinero o chantajes sexuales por parte de los aspirantes a escritores. De hecho representan el lado oscuro de las editoriales, que en relación a este tema se muestran evasivas, incluso si los escritores en desuso tienen la tarea fundamental de señalar las mejores novelas que, una vez impresas, serán la jactancia de las editoriales y su fuente de sustento económico. Sin embargo,
Leer más
a menudo los escritores son unos pobres tipos que no tienen ninguna posibilidad en la vida, salvo este trabajo ignorado y, a decir verdad, inútil: porque si una editorial recibe una novela buena, o bien lograda, o una obra maestra, enseguida todos se dan cuenta, incluso los más escépticos y desilusionados, incluso quien ya está cansado de cualquier cosa impresa, hasta el editor en persona se da cuenta; porque basta leer una línea cualquiera que enseguida nace la euforia editorial; todos se pasan de revoluciones y se lanzan por las escaleras convocando reuniones un poco en cualquier lado; los correctores de pruebas se vuelven locuaces, el teléfono suena todo el tiempo y la telefonista es arrebatada por el viento de la excitación libresca; también las oficinas desperdigadas en los cuartitos que están debajo de las escaleras, en los depósitos o en los apartados rincones de ínfima categoría encuentran una razón para su existencia, y se difunde por los pasillos, por los ascensores, en los vanos de las escaleras, incluso entre una puerta y otra el dinamismo editorial, que vuelve a despertar el originario idealismo de la estirpe empresaria, hasta en aquellos que habitualmente condenan en silencio el decadente presente y añoran la vida polígrafa e intelectual de otro tiempo. Por lo tanto en estos casos es inútil recurrir a un escritor en desuso; a éstos sólo se les manda los escritos deprimentes que nadie en la editorial tiene el coraje de leer. Así que los escritores en desuso, abandonados a sí mismos en medio del papel dactilografiado, siempre a punto de dormirse, pasan días que parecen noches redactando informes de tono deprimente que nadie leerá nunca, madurando su típico temperamento funerario.
Pero a veces sucede que los aspirantes a escritores asedian una editorial y son enviados por un editor vil o por un redactor venal a la dirección de un pobre escritor en desuso, el cual es tomado por asalto y acusado de negligencia y de sabotaje a la literatura moderna.
Un escritor en desuso fue rodeado en el sótano donde vivía por quince aspirantes a escritores impacientes y criminales y amenazado violentamente de muerte. Pero el escritor en desuso respondió que él ya estaba muerto hacía más de veinte años y que la que lo había matado era la editorial. Que hicieran lo que quisieran. Después dijo que en su juventud él también había aspirado, aunque ya no sabía decir a qué; se había visto como arrebatado por el viento de la actividad editorial, que entre todos los vientos es el más genérico y el más desesperado. Cuando su viento poco a poco se calmó, encontró que ya hacía tiempo estaba sepultado en el sótano, donde seguía pagando todas las vehementes aspiraciones de su juventud. Es verdad que ahora dormía mucho. En lo que a él se refería, consideraba a los aspirantes a escritores como demonios que lo torturaban permanentemente con sus originales dactilografiados, y consideraba a la editorial como Lucifer, que los generaba y se los tiraba encima. ¿De qué muerte, entonces, estaban hablando, dado que él ya era un alma muerta entre las penas del más allá?
Este discurso sirvió para calmar a los agitadores y dispersarlos. Pero un aspirante a escritor un poco psicótico y un poco psicoanalista, interpretando sus palabras como palabras confusas dichas por un pervertido y pensando que podía resultarle placentero, se detuvo melifluamente a conversar, y tanto hizo que lo sodomizó. Al escritor en desuso la sodomía no le gustaba; como no le gustaban ciertas aspirantes a escritoras que intentaban una relación sexual a través del lápiz labial del que tenían la boca saturada; o ciertas aspirantes a escritoras, mandadas e instigadas en su contra por el vil editor, que entraban en su nicho del sótano llevando personalmente sus originales y fumando, y después respirándole encima con su femenina fragancia para corromperlo. Porque el vicio, el desenfreno, la sodomía, los coitos impropios, la bestialidad, además de los halagos, están muy en uso entre los modernos aspirantes a escritores.

Etiquetas:

3 Comments:

Blogger grandchester said...

Habrá que implementar corruptos en desuso.

5:05 a. m.  
Blogger Silvia Sue said...

Es que esos están todos en uso, abuso y sin posibilidades de tramitar jubilación (que sería de privilegio)

7:40 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Acabo de terminar el libro, y no conocía a nadie que lo hubiera leído, como así tampoco conocía acerca del autor. Por momentos es realmente divertido. A mí me gustó mucho "autopista al mar", que he transcripto recientemente en mi espacio elsurianaranjado.blogspot.com
Un saludo

7:45 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home